La confrontación entre Alejandro “Alito” Moreno, dirigente nacional del PRI, y Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado e integrante de Morena, continúa generando reacciones en la arena política.
Tras el altercado físico ocurrido al cierre de la sesión de la Comisión Permanente, la presidenta Claudia Sheinbaum condenó la actitud de Alejandro Moreno y lo comparó con los grupos porriles que operaban en la Facultad de Derecho de la UNAM durante los años 80 y 90.
En su conferencia matutina, la mandataria recordó episodios de su juventud para ilustrar lo que calificó como una “actitud autoritaria” del líder priista. Según Sheinbaum, lo ocurrido en la Cámara de Senadores refleja la verdadera esencia del bloque opositor.
El origen del enfrentamiento
El incidente se produjo durante la clausura de la Comisión Permanente, cuando Fernández Noroña, en su calidad de presidente de la Mesa Directiva del Senado, decidió ignorar un acuerdo previo que permitía a la bancada del PRI tomar la palabra para debatir sobre el periodo de sesiones. En lugar de ello, Noroña puso a votación el cierre de la jornada legislativa y procedió a entonar el Himno Nacional.
Molesto por lo que consideró un incumplimiento, Alejandro Moreno subió a la tribuna para reclamar. En plena ceremonia, mientras los legisladores cantaban el himno, Moreno encaró a Noroña y, según la transmisión del Canal del Congreso, le lanzó un manotazo que derivó en empujones y jaloneos entre ambos bandos.
La escena rápidamente se convirtió en un zafarrancho que empañó el cierre de la sesión y desató un intercambio de acusaciones en redes sociales. Moreno aseguró que fue agredido primero por Noroña, mientras que el senador morenista responsabilizó al priista de incitar la violencia.
“Actitud porril y autoritaria”
Sheinbaum retomó el tema durante su conferencia de prensa en Palacio Nacional. La presidenta evocó sus años de estudiante en la UNAM y relató cómo los porros de la Facultad de Derecho solían atacar a otros universitarios sin razón aparente.
“Cuando vi ayer al presidente del PRI en esta actitud y golpeando a un trabajador de la Cámara, me vino a la memoria aquella escena. Es la misma actitud autoritaria de entonces”, expresó.
Para la mandataria, la oposición incurre en una contradicción al acusar al Gobierno de la 4T de autoritarismo, mientras recurre a la violencia en espacios dedicados al diálogo y al debate.
“Nosotros promovemos libertades, democracia y participación. Lo que vimos ayer fue autoritarismo puro”, sostuvo.
La presidenta también subrayó la importancia de que la ciudadanía observe el comportamiento de la oposición, al que calificó de hipócrita.
Recordó que no es la primera vez que Alejandro Moreno acude a instancias extranjeras, como el Gobierno de Estados Unidos, para denunciar al Gobierno mexicano, lo que calificó como una postura poco nacionalista.
Reacciones y repercusiones
El enfrentamiento ha desatado un fuerte debate en redes sociales y en el ámbito político. Los simpatizantes de Morena respaldaron la postura de Sheinbaum y condenaron la agresión de Moreno, mientras que militantes priistas defendieron a su dirigente, asegurando que Noroña provocó la confrontación al incumplir acuerdos parlamentarios.
Analistas políticos señalan que este episodio refleja la crispación que existe en el Congreso y la falta de mecanismos eficaces para canalizar los desacuerdos en un marco institucional. Además, advierten que la violencia política normaliza un clima de polarización que podría afectar la gobernabilidad en el país.
El PRI no ha emitido un comunicado oficial más allá de los mensajes de Moreno en redes sociales, mientras que Morena insiste en que el altercado es una muestra del “verdadero rostro autoritario” del PRI.
Por su parte, la ciudadanía ha expresado en redes sociales tanto indignación por la violencia dentro del Congreso como escepticismo respecto a la capacidad de los legisladores para privilegiar el diálogo.
En conclusión, el episodio entre “Alito” Moreno y Fernández Noroña se ha convertido en un símbolo de las tensiones políticas actuales. Más allá de las acusaciones cruzadas, lo ocurrido abre un debate sobre la necesidad de fortalecer las instituciones democráticas y evitar que la confrontación física sustituya al diálogo político.